12/03/2013

Reviendo la tendencia de la soja

La amenaza viene de la futura siembra en EE.UU. y el soporte proviene de Brasil. por Manuel Alvarado Ledesma - AGROSITIO

Para destacar, hay algo muy claro que muestra la apremiante necesidad de los compradores de soja en el mundo.

Para ello es necesario mirar a lo que está sucediendo en EE.UU.

Hasta fin de mes, alrededor del 85% de lo que se prevé exportar, a lo largo de la campaña, se encuentra ya comprometido. Es una proporción enorme; representa más o menos 31 millones de toneladas.

Este impresionante tonelaje ya está comprometido.

Comparemos con el pasado. Para esa misma fecha, del año pasado, lo comprometido no llegaba al 70%.

Este ratio no es un dato menor. La pregunta es ¿por qué los compradores han llegado a tan elevado grado de compromiso si ya se ha iniciado la cosecha en América del Sur?

¿Se puede ensayar una respuesta?

Sí; ella viene de la mano de la diferencia que hay entre los dos granes oferentes de la región. Porque una cosa es Brasil y otra, Argentina.

En primer lugar, vamos a Brasil. Existe un visible atraso de la oferta que todavía no ingresa en el circuito comercial, por demasiada humedad, por huelgas portuarias e inconvenientes derivados de la logística en Brasil.

Continúan, así, los problemas de embarques relacionados con la infraestructura y el personal en los puertos de Santos y Paranaguá.

La gestión oficial en términos de infraestructuras, históricamente, no se puede calificar de eficiente. Y los puertos tienen graves problemas en gran parte por su gran burocracia. Es algo que viene de hace mucho tiempo. Para peor, los trabajadores portuarios de ese país estarían planeando una huelga nacional para el día 19 próximo.

Así están las cosas: los buques en estos puertos están sujetos a demoras de muchos días. Y deben aguardar, durante prolongadas estadías, con sus consecuentes costos y punitorios.

Por ello, la demanda mundial se tienta con la provisión de EE.UU.

Este exceso de demanda sobre la oferta de EE.UU. está llevando a los inventarios a un nivel muy bajo. Sería el más reducido en casi cinco décadas. Tan bajo podría ser que se habla de la probabilidad futura de importar soja.

En segundo lugar, vamos a la Argentina.

La realidad es que la cosecha, de forma masiva, todavía no ha comenzado. Recién están empezando a cosecharse los primeros lotes, los muy adelantados, de la zona núcleo-norte. Y ahora, con lloviznas en la zona, más demoras puede haber.

Además, los operadores están tomando en serio las estimaciones de la Bolsa de Cereales de Rosario y de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires que predicen 48 millones de toneladas y 48,5 millones de toneladas respectivamente. Y en consecuencia, estarían descartando los números del USDA.

Además, la euforia respecto a la producción de Brasil se está aquietando. La CONAB, por ejemplo, ha reducido su estimación de 83 a 82 millones de toneladas.

En nuestro país, el avance de la cosecha de primera no llega siquiera a un 10% de la superficie sembrada. Se habla de un rinde promedio esperado de 34 QQ por hectárea.

Respecto a la soja de segunda, su evolución está muy retrasada; ahora atraviesa las etapas de floración y llenado de granos. Algunos lotes se encuentran en razonable estado, pero muchos otros, muy mal. Y necesitan de más días de calor.

La de segunda está bajo la espada de Damocles. Porque si se adelantaran los fríos de otoño o si se diera, eventualmente, una helada temprana, mucho sería el daño que sufrirían. Y se acortaría el ciclo. Hoy por hoy, estas sojas dependen fundamentalmente de la temperatura de lo que resta de marzo.

Obviamente, cuando comience a entrar la soja argentina al circuito comercial, la presión a la baja será clara.

Más adelante, los precios dependerán, en gran parte, de la expectativa respecto a la evolución de las siembras y posterior desarrollo de la soja en América del Norte.