23/04/2013

La soja en la ruleta rusa

El problema para los productores no es estrictamente el nivel de precios internacionales sino el valor de dólar. AGROSITIO.

Pocas veces se ha visto un horizonte tan incierto en términos valores como el actual.

¿Por qué? Porque los valores internacionales alcanzados durante la mayor parte del año pasado fueron muy altos y hoy resultan desalentadores para la producción argentina.

Si retrocedemos en el tiempo, veremos que mientras en mayo del 2011 el valor del MAT Buenos Aires llegaba a cerca de u$s 220, al año siguiente superaba con creces el nivel de u$s 320.

El gran salto de niveles se explica por dos hechos contundentes. Por un lado, el duro fracaso de la cosecha en Sudamérica a consecuencia de la sequía en el verano del 2012 y, por otro, la terrible caída productiva registrada en EE.UU. a lo largo de la última campaña, algo que no se encuentra fácilmente en los registros de ese país.

La diferencia es colosal. La suba de los valores internacionales debería haber permitido un estrepitoso salto productivo. Sin embargo no fue así. No percibimos tal diferencia por el lento aumento del tipo de cambio que se retrasaba con respecto a la inflación interna (algo que se acentúa con el derecho de exportación aplicado).

Miremos al futuro. La posición de mayo 2014 (MAT), se acerca a u$s 305. No está nada mal, considerando la situación de oferta actual y las predicciones de una gran cosecha para EE.UU.

El problema serio para los productores no es estrictamente el nivel de precios internacionales sino el valor de dólar. Al estar próximo a $5,50 y con una retención de 35%, el negocio agrícola resulta extremadamente riesgoso.

Así están las cosas por la política oficial. Para que éste funcione: ó el clima acompaña en forma óptima ó el precio internacional se mantiene muy por encima de u$s 550.

En cuanto al segundo punto, hay sobradas razones para esperar que se ubique muy por debajo de este nivel. Gran parte de los pronósticos alarman por la posibilidad de una mega-cosecha norteamericana.

Pero, también, es factible que lo alcance. No podemos descartar tal escenario. Para ello es necesario que la siembra y posterior cosecha en EE.UU. vuelva a sufrir un traspié.

En tal sentido, existen perspectivas alentadoras para los valores dado que las temperaturas para la siembra de soja se han mantenido, hasta ahora, extremadamente bajas y los suelos muy fríos.

Este cuadro no augura una campaña excelente, al menos. Pues ya queda poco tiempo para lograr una siembra en el momento adecuado.

Los días porvenir serán crecientemente regidos por el mercado climático del norte. Habrá que aprovechar los picos.
El problema han sido las bajas temperaturas que impidieron la siembra de maíz y soja. Al inicio no nos mostrábamos preocupados por esto, porque hay tiempo hasta mediados de mayo para sembrar sin mayores inconvenientes. Pero ya estamos finalizando abril, y la situación se sostiene.

El efecto de la siembra tardía pasa por dos lugares. El primero ya comentado, es que se hace más difícil llegar a los rindes tendenciales.

El segundo es que la mercadería nueva llegaría más tarde de lo esperado al mercado. Esto hace que la situación ajustada de oferta y demanda se prolongue temporalmente. Los primeros lotes en EEUU deberían ingresar en agosto/septiembre. De la mano de este problema lo harían mucho más tarde.

Con esto en vista los operadores comenzaron a operar el “spread” es decir la diferencia entre los precios de las posiciones de cosecha vieja y las de cosecha nueva. Por eso esta semana subieron mucho más los precios de las primeras posiciones que las de las más largas. Además de esto con especuladores que estaban casi neutros en soja y vendidos en maíz, despertó interés comprador. El resultado fueron las fuertes subas de esta semana.