02/08/2021

Mercado de granos: la industria aceitera y su relación con los productores

La hidrovía, crucial para el complejo oleaginoso. Pablo Adreani. LA NACIÓN

La Argentina tiene hoy una dupla imbatible en el mundo: los productores y las aceiteras. Poder producir y ser competitivo a nivel mundial con un lastre impositivo que representa el 41% de cada barco de harina de soja que se exporta, no hay dudas que estamos ante la mejor dupla del mundo. Tenemos un productor ávido por la mejora tecnológica continua, con un tema aún pendiente, el pago de la propiedad intelectual de las nuevas variedades de soja.
Por el lado de la agroindustria procesadora, que enfrenta paros y chicanas permanentes de gremios como la Uocra, que recientemente han frenado el normal desarrollo de la actividad, o paros como el efectuado por los gremios aceiteros, marítimos y de recibidores de granos en aquel diciembre de 2020. Así como barreras proteccionistas en mercados compradores y una bajante del Paraná histórica, más una hidrovía incierta en manos del Estado. La industria aceitera de nuestro país debe competir con los pesos pesados del negocio en el nivel mundial, por el tamaño de su economía, su capacidad de financiamiento, subsidios y el acceso a los mercados, como lo son Estados Unidos, Brasil, China, la Unión Europea y los osos del Mar Negro, Rusia y Ucrania.
El año de la fuerte baja en el precio de la soja, que genero graves pedidas económicas al negocio, el gobierno norteamericano otorgo a sus productores una ayuda no reintegrable de US$9000 millones. Ni que hablar de los aranceles injustificados al biodiésel argentino impuesto por Estados Unidos o los aranceles diferenciales de China para promover la importación de grano de soja, frenando el ingreso de aceite y de harina en el mayor mercado consumidor del mundo, por citar algunos ejemplos.
La pregunta es cómo podemos competir con este nivel de apoyo y protección que las grandes potencias ofrecen a sus sectores productores y agroindustriales, que impiden, además, el libre ingreso en el mercado de los productos de la Argentina. Ningún gobierno argentino logró eliminar estas distorsiones.
Por eso la Argentina, mientras tenga retenciones, tiene que aplicar derechos diferenciales entre el poroto de soja, la harina, el aceite y el biodiésel para mitigar parcialmente el proteccionismo en el mundo y defender el empleo nacional. Cuestionar esto es promover un país primarizado y empobrecido. En el caso de las retenciones al complejo agroindustrial, la soja tributa el 33%, mientras que el aceite y la harina de soja tributan el 31%.
Existe un preconcepto y error conceptual por parte de algunos grupos minúsculos de productores, que sostienen que este diferencial del 2% es el que les permite ganar plata a los industriales aceiteros. Nada más alejado de la realidad y grave error de análisis, que es producto del desconocimiento de cómo funciona el sistema impositivo.
Este diferencial del 2% le permite a la industria aceitera pagar US$10 por toneladas más de lo que podría pagar el exportador de soja como grano, sin valor agregado, pero además, y lo más importante, el diferencial tiene como principal objetivo igualar el trato tributario entre los exportadores de grano de soja y los procesadores exportadores de aceite y de harina de soja y permite al productor vender todo el año su soja sin importar las calidades. Esta es la fuerza de esa alianza. No dejemos que la rompan.
El autor fundador de GuruMarket
Pablo Adreani