08/02/2022

Argentina se incorporó a la “Ruta de la Seda” de China con promesas de inversiones y de intercambio comercial

El convenio que firmaron Alberto Fernández y Xi Jinping y por el cual la Argentina se incorporaría a la denominada “Franja y Ruta de la Seda” hace recordar al “cuento chino” de los 20 mil millones de dólares que se anunciaron durante el gobierno de Néstor Kirchner en 2.004 y que nunca llegaron al país. AGROVERDAD

Ahora, este nuevo acuerdo contemplaría el fortalecimiento de la relación económica y financiamiento de obras en nuestro país. También se impulsaría el flujo comercial y las exportaciones. Aún no están precisados los alcances de semejante anuncio.

De esta manera, Argentina se suma a los 140 países que ya están adheridos a la Ruta de la Seda china en todo el mundo, la mayor apuesta geoestratégica del gigante asiático para expandir su influencia a nivel global. Tiene como contexto el 50 aniversario del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países.

Detalles

El convenio contempla financiamiento para obras por más de u$s 23.700 millones que se ejecutaría en dos tramos. Uno ya aprobado por u$s 14 mil millones y otro por u$s 9700 millones que la Argentina presentará en el Grupo Ad Hoc creado entre ambos países para iniciar el trabajo.

Además de la adhesión a la Ruta de la Seda se firmaron trece documentos de cooperación sobre desarrollo verde, economía digital, área espacial, tecnología e innovación, educación y cooperación universitaria, agricultura, ciencias de la tierra, medios públicos de comunicación y energía nuclear.

Según fuentes oficiales se profundizaría el aumento de la participación de proveedores argentinos en obras y la Inversión Extranjera Directa (IED) en sectores estratégicos nacionales como la energía y electromovilidad, entre otros.

“El objetivo es ampliar la oferta exportable del país, se trabajará para ampliar la participación de los proveedores argentinos en las obras de infraestructura y se acelerarán las negociaciones sanitarias, fitosanitarias y las habilitaciones para estimular las exportaciones argentinas a China”, informaron desde Cancillería.

Los principales puntos del acuerdo entre la Argentina y China son:

  • Firma del Memorándum de Entendimiento en Materia de Cooperación en el Marco de la Iniciativa de la Franja Económica de la Ruta de la Seda y la Ruta Marítima de la Seda del Siglo XXI, que busca reforzar la promoción de acciones y obras que fortalezcan, innoven y diversifiquen la relación económica.
  • Disposición de China “a estudiar proyectos de canalización de derechos especiales de giro (DEG) del Fondo Monetario Internacional (FMI)” y declaración de “necesidad de que el organismo lleve a cabo una revisión de su política de sobrecargos”, en coincidencia con el pedido de la Argentina en diversos foros internacionales.
  • Acuerdo para seguir ampliando el volumen comercial, promover el apoyo financiero para el pago de las exportaciones chinas a la Argentina e incentivar activamente la diversificación del comercio entre ambos países.
  • Cooperación de swap de monedas (intercambio de monedas) para incentivar un mayor uso de las monedas nacionales en el comercio y las inversiones y facilitar a las empresas de ambos países la rebaja de los costos y la reducción del riesgo de cambio.
  • Ratificación del apoyo de China a los reclamos de ejercicio pleno de soberanía argentina en la Cuestión de las Islas Malvinas, así como a la reanudación a la mayor brevedad de las negociaciones encaminadas a la solución pacífica de la disputa, de conformidad con las resoluciones pertinentes de la Organización de las Naciones Unidas.

¿Otro “cuento chino”?

El anuncio del acuerdo gubernamental trajo a la memoria lo sucedido en 2004, durante la gestión de Néstor Kirchner, en la que Fernández era jefe de Gabinete. Ocurrió durante una visita al país de Hu Jintao, el antecesor de Xi Jinping

En aquel entonces, se anunció con bombos y platillos que China invertiría en la Argentina u$s 20.000 millones en los próximos años. El fallecido expresidente lo presentó como “la más importante llegada de capitales de las últimas décadas”. Pero, finalmente quedó solo en un anuncio y el dinero nunca llegó al país.

Fue un verdadero “cuento chino”, terminó por admitir, dos años después, el viceministro de Comunicaciones del país asiático, Qian Xiaoquian.

Qué es la Franja y Ruta de la Seda

El proyecto chino se orienta a impulsar la cooperación y la conectividad entre los países a través de dos componentes principales: uno de carácter terrestre, la “Franja Económica de la Ruta de la Seda”, y otro transoceánico, la “Ruta Marítima de la Seda”.

Inicialmente estuvo enfocado en Asia Central, pero con el tiempo se fue ampliando la participación a otras regiones y en la actualidad ya se adhirieron más de 140 países de África, Asia y Medio Oriente, Europa, América Latina y el Caribe, y Oceanía.

La Nueva Ruta de la Seda tendrá dos grandes ejes. En primer lugar, una vía terrestre que una China con otros países de la región y de Europa, como Pakistán, Afganistán, Turquía, Rusia, Kazajistán, Turkmenistán, Kirguistán, Uzbekistán, Tayikistán y, mediante los Balcanes, hasta llegar a París, algo para lo que China usó las instalaciones ferroviarias existentes, a la vez que invirtió en la construcción de nuevas.

En segundo lugar, el control de una ruta marítima para llegar a América Latina, África y Medio Oriente, lo que implica la instalación de bases militares y puertos comerciales en los océanos Índico y Pacífico y que ha hecho revivir antiguas rivalidades entre algunos países asiáticos.

Está conformada, por ahora, por un total de 139 países entre los cuales hay 30 europeos, 37 asiáticos, 54 africanos y 13 de América Latina. El primer país latinoamericano en unirse fue Panamá, pero más tarde se sumaron Antigua y Barbuda, Barbados, Bolivia, Chile, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Granada, Guyana, Jamaica, Perú, República Dominicana, Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela.

La Franja y la Ruta de la Seda, es la mayor apuesta geoestratégica de China para expandir su influencia a nivel global. En América la iniciativa es resistida por Estados Unidos.