Durante la cosecha gruesa, un relevamiento de TN por las rutas nacionales 7, 8, 9 y varios caminos provinciales de Buenos Aires y Santa Fe reveló el profundo deterioro de la infraestructura vial.
Transportistas de la zona contaron los desafíos que enfrentaron al trasladar granos hacia los centros de acopio y terminales portuarias.
Susana García, camionera de Carabelas, partido de Rojas, describió los trayectos habituales que realizaba con su camión. “Estoy por salir jacia Lagos, estamos sobre la ruta 31 entre la 7 y la 8. Esta ruta era desastrosa hasta hace un año, no se podía caminar. La arreglaron frente a nuestro pueblo y quedó muy bien”, detalló.
Sin embargo, advirtió que otras vías siguen en muy mal estado. “La ruta 8 se está rompiendo mal, feo. Hasta Pergamino está bien desde Buenos Aires, donde comienza la autopista. Pero más para el lado de Santa Fe, está super peligrosa. Las rutas de los puertos también están dañadas”, explicó.
En sus recorridos hacia el norte, García utiliza la 32 y la AO12. “Están deterioradas y otras las están reparando. Tienen huellas muy grandes, y los días de lluvia no podes tener el camión arriba. Veo que se están remodelando algunas rutas”, señaló.
“Viajamos por la 188 hasta San Nicolás para tomar la 9. Ahí te encontrás con la autopista que no está bien”, contó. Y añadió: “La ruta para ir a Córdoba no la hago por la 8, prefiero la 9 porque está mejor. En los días de lluvia, al mal estado se le suman los baches y los huellones”.
García remarcó uno de los tramos más complicados del recorrido habitual. “Hay un cruce en la rotonda de Pearson. Las vías de la ruta 178, pasando Pearson antes de llegar a Juncal, son 6 kilómetros imposibles de transitar. Hay muchos pozos, son cráteres. La 178 hasta Bigand tiene un panorama complicado”, afirmó.
“Desde mi experiencia las rutas siempre estuvieron parecidas, más allá del mantenimiento. Nosotros tratamos de elegir los trayectos en mejor estado para poder circular”, dijo García.
Finalmente, analizó cómo se desarrolló la campaña de granos, marcada por las inclemencias climáticas de principios de año. “Pensé que iba a ser peor por lo que había pasado en enero. Los cereales tuvieron distintas calidades”, explicó.
Sin embargo, destacó que el movimiento fue constante y que, a pesar de las dificultades, “la campaña terminó siendo bastante normal en lo que respecta al traslado de las cargas”.
En la misma línea, Néstor Ruiz, transportista de Ramallo, sostuvo: “Las rutas están hechas pedazos”. Aseguró que los problemas no son nuevos, pero que este año el impacto fue mayor por la combinación de lluvias y caminos desbordados.
“La entrada a la autopista en Ramallo tiene baches tan grandes que los camiones quedan colgados”, denunció. Advirtió que Vialidad Nacional intentó tapar los pozos “con tierra”, lo que empeoró la situación.
Según afirmó, los camioneros deben maniobrar con extrema precaución para evitar roturas, especialmente cuando circulan cargados.
Ruiz mantuvo el ritmo de trabajo durante la campaña gruesa. Aunque reconoció que fue una temporada “linda y rara” por las lluvias intermitentes, subrayó que las condiciones de las rutas opacaron el movimiento. “La Ruta 51 se está rompiendo porque el carril de la autopista Rosario-Buenos Aires está cortado para camiones. Y la Ruta 41 está muy mal, intransitable, es increíble”, describió.
El mal estado de las rutas nacionales y provinciales se combina con un aumento de los costos logísticos. Ruiz enumeró gastos que afectan directamente la rentabilidad del transporte: desde los $380.000 que debe pagar cada seis meses por la Verificación Técnica Vehicular (VTV), hasta la reparación de componentes clave.
“Rompí cinco hojas de elástico en el camión y me salió mucha plata”, relató. Además, mencionó una tasa que deben abonar al ingresar a los puertos de Santa Fe, que arranca en $16.000 y es escalable.
A pesar de este panorama, Ruiz valoró algunas mejoras en territorio santafesino. “La autopista Rosario-Santa Fe la están dejando bien”, señaló. No obstante, su diagnóstico es claro: sin una intervención urgente y sostenida sobre las principales vías de circulación de granos, el país pone en riesgo la eficiencia del sistema logístico que sostiene gran parte de su economía exportadora.
El mal estado de las rutas volvió a ser una trampa para el transporte de cargas. Y aunque algunos tramos fueron reparados, los testimonios recogidos por TN mostraron que los caminos del agro siguen siendo una deuda pendiente.