18/10/2013

El maíz ya mira al arroz por el espejo retrovisor

La creciente demanda mundial pone a los países productores, entre ellos la Argentina, ante desafíos y oportunidades. Los "consensos" de Maizar.

Aliados por más maíz y sorgo fue la consigna que eligieron los eslabones de estas cadenas agroindustriales referenciadas en Maizar para una jornada que los congregó ayer en la Bolsa de Cereales de Córdoba.

En los últimos 10 años, mientras la población mundial creció 13 por ciento y sus ingresos económicos 36 por ciento, el área agrícola total cultivada sólo lo hizo en un seis por ciento. Pero el consumo mundial de maíz se disparó a unos 800 millones de toneladas anuales hasta dejar al arroz en el espejo retrovisor. La molienda húmeda en China y la elaboración de biocombustibles (en especial en los Estados Unidos) le agregaron condimentos a la demanda.

En ese tren, no fue la soja el cultivo que más avanzó en producción: mientras el poroto lo hizo en un 50 por ciento, la de maíz se incrementó un 60 por ciento. Hubo una mayor productividad por hectárea, y mucho tuvo que ver la biotecnología en semillas. Cabe recordar que la frontera agrícola sólo se corrió un seis por ciento.

La última década mostró un significativo salto en Ucrania y Rusia, con incrementos productivos del 524 y 370 por ciento, respectivamente. La Argentina también mostró un envión, más moderado, del 63 por ciento. Estados Unidos, primer productor mundial de maíz, avanzó 49 por ciento, China 82, Sudáfrica 62 y Brasil 61 por ciento. En grandes números, la producción mundial pasó de 600 millones de toneladas (principios de los 2000) a los 900 millones de toneladas actuales.

El presidente de Maizar, Alberto Morelli, puso en contexto estos indicadores: las proyecciones de la demanda desafían a la Argentina para sacar amplio provecho con su cadena maicera, generar inversiones y empleo local en gran parte de la geografía del país, y mejorar el nivel de vida en todas las provincias.

Maizar acaba de sellar una alianza internacional con dos asociaciones estadounidenses y Ambramilho, de Brasil. Buscarán sumar voluntades y limar barreras al comercio, entre otras iniciativas.

En el frente interno, el concepto de cadena es apuntado como base de una estrategia público-privada: permitiría resolver las tensiones y la puja por la renta entre los eslabones y el ámbito oficial, y diseñar mejores políticas. “Debemos ser parte de la agenda pública y no tener miedo de sentarnos con los funcionarios”, dijo Morelli.

Productores, semilleros, industrias, proveedores de insumos suscriben los “consensos de Maizar”, que son: mercados transparentes, sin cuotificaciones ni cierres de exportaciones para todos los productos de la cadena; eliminación de retenciones; promoción de cultivos mediante desgravación de fertilizantes, y promoción de la biotecnología.

El plan estratégico es llegar a 2016 con 10 millones de hectáreas de maíz, duplicando la superficie actual. Un objetivo ambicioso, dado que será dentro de sólo tres campañas.